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¿HAY QUE FRENAR A AMAZON? ¿SE PUEDE HACER?

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En España, en el ámbito del libro, aún no conocemos todo lo que Amazon es capaz de hacer. Jeff Bezos está tan enfrascado en la guerra con las cinco grandes editoriales norteamericanas, que aún no se ha planteado, de verdad, asaltar otros mercados. Pero todo llegará, no se preocupen. Y cuando eso ocurra, muchos actores del mundo editorial español que hoy disfrutan de una posición cómoda y relajada (aprovechándose de la ausencia de auténtica crítica y de su ya tradicional connivencia con el poder) las van a pasar canutas.

Mientras llega el tío Jeff, con sus rebajas y sus recortes (¿recuerdan La matanza de Texas?), podemos mirar al mercado norteamericano. Mercado en el que, por el hecho de estar enmarcado en una sociedad bastante más abierta y libre que la nuestra, se generan auténticos debates que permiten a sus participantes conocer las diferentes tendencias y les ayudan a contrastar sus ideas con las posturas contrarias y a desprenderse de prejuicios. Lo que en España –una democracia de 3ª- rara vez ocurre.

Se acaba de celebrar (13-15 de enero) la Digital Book World Conference (DBW) en Nueva York. En estos tres días los principales directivos de empresas de tecnología, los expertos del mundo del libro digital, algunos escritores y bastantes editores han discutido sobre el futuro del libro y de la literatura. Es España –vean cómo están los medios de comunicación- ninguna TV, Radio o periódico se ha enterado. ¿Recuerdan la fábula de los galgos y los podencos? En España, los conejos, no es que pierdan el tiempo discutiendo sobre la raza de sus perseguidores, sino que, tan felices, ni siquiera se han enterado que hay perros que vienen tras ellos. Luego, recuerden, vendrán los madresmías.

Uno de los principales “gurus” del libro digital se llama Mike Shatzkin (otras veces les he hablado de él). Este señor tiene un blog “The Shatzkin Files” que es de imprescindible visita para quien quiera anticiparse y verlas venir. Ayer publicó un largo artículo sobre uno de los principales debates que se celebraron en la DBW, el que llevaba por título “Should Amazon Be Constrained, and Can they Be?” (¿Debe Amazon ser frenado? ¿Se puede hacer?). Ese debate estuvo moderado por el periodista Ken Auletta (del The New Yorker y Vanity Fair) y en él participaron Annie Lowrey, de la revista New York, Barry Eisler, autor de thillers y bestseller y Barry C. Lynn de la New America Foundation (un “think tank” de ideología liberal y por ello en contra de cualquier monopolio).

Previamente al debate se habían publicado varios artículos sobre el asunto. Franklin Foer en este artículo del semanario New Republic afirmaba que Amazon ha llegado a ser un monopolio, que está “canibalizando la economía” y que se debe forzar su descomposición en partes más pequeñas. A este artículo de Foer respondió (afirmando lo contrario) Annie Lowrey en este otro reportaje publicado en el número de octubre de la revista New York. También estaba en la mente de los contertulios el ruido que había hecho la batalla Hachette vs. Amazon de la que hablamos recientemente [(aquí) y (aquí)]en este blog.

Mike Shatzkin

Un importante argumento a favor de lo que Amazon está haciendo en el mundo del libro norteamericano consiste en atacar a las grandes editoriales acusándolas de haber creado un mercado cerrado, ultra controlado y en el que los cinco principales grupos empresariales se reparten amigablemente la tarta y dejan las migajas para que las pequeñas editoriales malvivan. En España, después de las últimas adquisiciones, hay sólo dos grupos. ¿Lo pillan? El chiste, digo.

Los que atacan a Amazon denuncian algo parecido pero en el campo de la distribución. Estamos rodeados. Ya en el título de su “post” Mike Shatzkin deja clara su postura en favor de las “Big Five” (las cinco grandes editoriales, Penguin Random House, Macmillan, HarperCollins, Hachette y Simon & Schuster). Argumenta Shatzkin que afirmar que las cinco grandes editoriales han creado un “cartel” es faltar a la verdad y no analizar correctamente la realidad. “Cartel”, en castellano suena a traficantes de droga; en los EEUU se utiliza la expresión también para definir a un grupo de empresas que subrepticiamente se asocian para controlar los precios y dificultar la libre competencia. En el debate hay dos posiciones claramente enfrentadas la de Eisler y la de Shatzkin. Eisler, defiende a Amazon y la posibilidad de auto publicarse “Los lectores tiene más donde elegir”; ataca a las Big Five tildándolas de “Cartel incestuoso que decide cuál es la pequeña porción de libros a los que los lectores podrán tener acceso”; las acusa de connivencia con el gobierno (sea demócrata o republicano) y denuncia la falta de auténtica competencia (en el sentido comercial) entre ellas. Eisner, todo hay que decirlo, antes de publicar libros de espías, fue agente de la CIA.

Shatzkin, al que Eisler acusa de ser demasiado amigo de las “Big Five”, argumenta que no es verdad que se esté dificultando la libre competencia en el mercado del libro. Y como argumento utiliza el hecho de que a menudo las grandes editoriales compren editoriales pequeñas y el que haya movimiento de personal entre ellas, que altos ejecutivos cambien de una editorial a otra con el consiguiente cabreo de la editorial de origen. “¡Vaya argumentos!” manifiesta una perspicaz Daphne, a la que tengo aquí a mi lado partida de risa, en completo desacuerdo con Shatzkin.

Argumenta Shatzkin que se falsea el debate cuando se hace la comparación siguiente: que las editoriales tradicionales sólo pagan a los autores el 10% del PVP de cada copia vendida y que Amazon paga unos “royalties” del 35% (en otra modalidad el 70%) del precio de cada descarga de e-book. Según Shatzkin, tres grandes editoriales le han contado qué % real de sus ingresos totales cada una de ellas destina a remunerar a los autores y los tres números son 36, 40, y 42 porciento. Según el bueno de Mike aquí las editoriales están incluyendo los adelantos [¿no descontados? me pregunto]. Esto demostraría, siempre según Shatzkin, que no se trata de un cartel, porque si lo fuera ya habrían conseguido disminuir ese % (40 en media) de sus ingresos que usan para pagar a los autores.

Hay más argumentos –a favor y en contra- en el “post” de Shatzkin, pero ya me he cansado de traducir. Me voy a poner un gin-tonic, que me pica la garganta.

Shatzkin termina diciendo que pertenecer a la cuadra de una gran editorial es muy bueno para los autores. Y que esto no excluye que la edición independiente (o auto publicación) también lo sea. A Shatzkin -es sólo nuestra opinión- se le ve el plumero, pero eso no quita que en su artículo se puedan leer argumentos muy sólidos contrarios a los suyos. Les recomiendo la lectura del artículo completo (aquí) incluyendo los comentarios.

No dejen de leer también el “January 2015 Author Earnings report”, el más reciente informe sobre las ventas de e-books en los Estados Unidos. Contiene datos interesantes como que “el 33% de los e-books descargados en Amazon son de autores independiente o auto publicados”.



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